EL LIBRO BLANCO DE LA JUSTICIA Y LA FORMACION DE LOS ABOGADOS

 

Por Sergio Herrero Álvarez

 

Artículo publicado en el diario La Nueva España, de Gijón, el DIA 22 de octubre de 1997

 

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          Hace pocos días se ha presentado en sociedad el denominado Libro Blanco de la Justicia Española. Se trata de un extenso documento que analiza los principales problemas actuales de nuestro sistema de administrar Justicia y propone reformas para solucionar sus males. Ha sido elaborado tras una amplia consulta con los principales colectivos implicados: jueces, abogados, fiscales y varios grupos profesionales más. Finalmente, ha resultado aprobado por unanimidad del Consejo General del Poder Judicial y hecho público.

 

          Entre las muchas reformas que precisa la organización de la Justicia española, una de las más urgentes es la que se refiere a la preparación de los nuevos letrados que comienzan el ejercicio de su profesión. La necesidad de una formación específica para el oficio de abogado, complementaria de la enseñanza teórica y general de la universidad, ha sido constante preocupación, desde hace ya bastantes años, de la Abogacía española. Ahora, esa inquietud ha sido plasmada en el Libro Blanco que se acaba de presentar.

 

          Nadie discute el importante papel de los abogados como colaboradores del aparato judicial, en su función de defensores de los ciudadanos. Para cumplir esa misión, han cursado primero la carrera de derecho, al igual que quienes ejercerán otras profesiones jurídicas. Pero, luego, jueces y fiscales, tras superar fuertes oposiciones, reciben una formación especializada en la Escuela Judicial, que termina de completar su preparación profesional. Sin embargo, hoy por hoy, la legislación española no exige, para el ejercicio de la abogacía, nada más que la mera licenciatura universitaria.

 

          Hace todavía pocos años, los jóvenes letrados que se incorporaban al mundo profesional desarrollaban una pasantía, como periodo de aprendizaje, en el despacho de un abogado veterano, iniciándose así, poco a poco y bajo una cierta tutela, en su actividad. Pero hoy la tradicional pasantía resulta ya insuficiente, tanto por el elevado número de letrados noveles, en algunos lugares incluso superior al de los experimentados, como por el cambio de los tiempos y la complejidad creciente de todo el sistema normativo, que obliga a conocer con detalle una gran variedad de disciplinas jurídicas, difíciles de abarcar por un solo abogado, por más experiencia que el mismo posea.

 

          En los últimos tiempos han cobrado especial importancia las Escuelas de Práctica Jurídica, nacidas del interés de los Colegios de Abogados por brindar a sus nuevos miembros la formación precisa para el desempeño de la profesión. En ocasiones en colaboración con la propia universidad y con otras instituciones, las Escuelas han conocido un notable incremento en los últimos diez años. En la actualidad, sus enseñanzas son objeto de homologación anual por el Consejo General de la Abogacía Española y requisito imprescindible para los abogados que desean prestar el turno de oficio.

 

          El Libro Blanco de la Justicia destaca que España es el único país europeo donde un licenciado en derecho puede empezar a ejercer como abogado sin necesidad de una formación práctica y específica para ello. Es urgente comenzar a exigir esa preparación, y las Escuelas de Práctica Jurídica son el instrumento adecuado para proporcionarla. La sociedad tiene derecho a contar con la garantía de que sus defensores son abogados competentes, con suficiente preparación práctica y con intachable formación ética.

 

          El poder judicial, en este importante documento, se ha hecho eco de la necesidad. Falta ahora que el poder político se decida a llevar a la práctica las recomendaciones plasmadas en el libro. Que sea pronto.